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Foto del escritorMarian Viladrich

Reseña: "La colina del almendro", de Mayte Esteban

Actualizado: 21 sept 2021



Sé que hoy tocaba mi resumen de lecturas de febrero, pero todas mis lecturas del mes han quedado eclipsadas por La colina del almendro, así que creo que se merece un espacio propio. Se trata de una maravillosa novela histórica que te atrapa desde el primer párrafo, con una protagonista que crece página a página, cada vez más fuerte, más madura, más consciente de sí misma y del mundo que la rodea. Mary Davenport, la protagonista de esta novela ambientada en los convulsos años de la Primera Guerra Mundial, es una joya de personaje: una joven acomodada de la nobleza rural que se ve empujada fuera de su mundo a través de un matrimonio concertado. Sin conocer a su marido, se ve envuelta en una red de venganza de la que será su principal víctima, pero que lejos de golpearla hasta hundirla, le permitirá sacar la fortaleza que lleva dentro, una fortaleza que ella misma desconocía poseer, y luchará por su propia supervivencia y también por la de aquellos a los que ama.


Mary es una superviviente, que saca fuerzas para luchar contra la pobreza, el hambre y la miseria, contra el odio, la venganza y los abusos. Cada prueba la hace más fuerte, cada golpe, incluso aquellos que la derriban, solo espolean sus ansias de seguir adelante, de no rendirse. Mary es leal, generosa, valiente, práctica, sensible, una mujer que se adapta a las circunstancias y que es capaz de sobrevivir, con mucho esfuerzo, en cualquier lugar que le coloque la vida. Una mujer con una enorme necesidad de amar y de ser amada (y aquí no me refiero al amor romántico, sino al amor en general) y que cuando entrega su afecto lo hace de forma incondicional, como sucede con esa extravagante familia que forma casi sin darse cuenta.


Con Mary, además, nos adentramos en la lucha feminista de la época y, de su mano, conocemos a mujeres de distintas clases sociales, sus problemas, sus alegrías y sus penurias. A medida que avanza la narración, una Mary cada vez más madura empieza a darse cuenta de las limitaciones con las que ha crecido y con las que viven el resto de mujeres, pero también desarrolla un pensamiento crítico y va forjando su propia opinión sobre cómo debe encaminarse esa lucha por la igualdad. Página a página la vemos perder su ingenuidad inicial. Sin embargo, hay una cierta pureza inherente a ella, una cierta inocencia que la impide mancharse pese a toda la suciedad moral que la rodea, y no pierde en ningún momento su capacidad de amar, de perdonar, de defender lo que cree que es justo, de protegerse de la maldad, tanto a ella como a la extraña familia que crea.



Mary Davenport es un personaje maravilloso y ha sido un lujo acompañarla en su evolución. Sin embargo, el personaje que más me ha hecho sentir ha sido James, el encantador médico que Mary (ya casada con un hombre al que no conoce) encuentra en un tren. Siento debilidad por los hombres que descienden a los infiernos y el hundimiento de James, tan gradual como imparable, me ha dolido tanto que he necesitado parar la lectura varias veces y descansar unos días antes de retomarla. Este hombre bueno, inteligente y generoso se convierte poco a poco en un personaje esencial de la trama. Llega a ser un amigo leal para Mary, su mayor apoyo en momentos muy duros, y el que la introduce en los círculos feministas, porque James es un entregado seguidor de la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.


La guerra volverá del revés la vida de este hombre tierno y honesto, y lo arrastrará a un mundo de muerte, dolor y desesperanza.


Me parece el personaje más trágico de La colina del almendro, porque mientras Mary crece, lucha y gana (incluso cuando parece que pierde, Mary gana, porque gana en fuerza, en sabiduría, en valor), James se va hundiendo en la oscuridad, cayendo de forma imparable en un abismo, sin nada a lo que aferrarse más que a un amor platónico e idealizado. Ese amor sin esperanza es lo único que lo sostiene, mientras se sumerge en el sinsentido de la guerra. A medida que pasa el tiempo, su mente idealiza aún más a Mary y, aunque sabe que su amor es imposible, se aferra a ella como lo único bueno y puro, la única luz en su oscura vida donde solo hay espacio para la muerte, la enfermedad, la tristeza, el dolor...


Mayte Esteban ha logrado realizar una magnífica y abrumadora recreación del dolor de aquellos que participaron en la guerra. Cada carta de James me rompía por dentro, tal es la fuerza con la que ha sido capaz la autora de trasladar al lector su angustiosa experiencia como médico en el frente, y también la sensibilidad con la que recrea ese amor desesperanzado que lo sostiene y lo consume al mismo tiempo.


No voy a hablar de la tercera columna de la trama, el personaje de John, el marido de Mary, porque no quiero desvelar ningún spoiler y me es difícil analizarlo o contar algo sobre él sin revelar nada importante, así que dejaré que descubráis por vosotros mismos a este enigmático personaje que permanece casi desaparecido de la novela durante la primera parte del libro y que, sin embargo, es el motor de todo lo que acontece en ella. Un personaje que tiene su propia evolución y sus propias luces y sombras.


Creo que Mayte Esteban se ha superado con esta novela, ha crecido tanto como autora que no tengo palabras para describirlo. No son solo la trama o los personajes, ni la impecable labor de documentación realizada, es todo el conjunto: el excelente ritmo narrativo, el lenguaje cuidado y elegante, la maravillosa ambientación, la infinidad de pequeñas subtramas que se van entrelazando con la principal hasta darnos la visión de conjunto de un tiempo convulso y, sobre todo, esa capacidad para transmitir las emociones de unos personajes que están en continuo cambio. El mundo no volvería a ser el mismo después de la Gran Guerra. Y los personajes de La colina del almendro tampoco.


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