Reseña: "La heredera kitsune", de Natalia Sánchez Diana
Actualizado: 20 oct 2020
La heredera kitsune me regaló a finales de marzo una importante resaca lectora y lo he disfrutado tanto que creo que este libro se merece una reseña más larga de lo que suelo ofrecer en mis resúmenes mensuales de lectura. Si os gusta la fantasía romántica, tenéis que conocer a Lena, a Dallas, a Killian... Tenéis que adentraros en este mundo mágico de hilos rojos, flores de almendro y plumas, de dragones y espíritus traviesos, de grandes secretos, leyendas asombrosas y trepidantes aventuras.
Cada personaje es un pequeña joya, empezando por la más brillante de todas: la joven Lena, esa ladrona de secretos que con un solo roce puede adentrarse en el interior de las personas y conocer todo aquello que tratan de ocultar. Ese don, que puede parecer maravilloso, es una maldición que la persigue allá donde vaya y que le acarrea muchos problemas. Esta vez Lena ha robado el mayor tesoro y, perseguida, ha cambiado su indentidad y huido de su Japón natal, vagando de país en país, siempre sola, tratando de mantenerse a salvo. Valiente, luchadora, salvaje, desconfiada, sabia... Lena va revelando sus capas poco a poco. Sabe que solo sobrevivirá si esconde bien sus secretos, si no deja a nadie acercarse, y eso vale tanto para el resto de los personajes como para el lector, al que tampoco le permitirá conocer todo lo que oculta demasiado pronto.
El destino la lleva a tropezar con un subinspector de Scotland Yard, decidido a protegerla a pesar de su resistencia. Dallas es un hombre honesto, leal y valiente, pero, como todo el mundo, también guarda oscuros secretos. El caprichoso hilo rojo ha unido sus destinos y ambos deberán embarcarse en una aventura trepidante en la que se cruzarán con asesinos, traidores, espías y un impulsivo mercenario irlandés de salvajes ojos azules que es uno de esos personajes robaplanos que tanto me gustan. Porque Killian es de esos secundarios que se adueñan de cada escena en la que aparece y que ha convertido la novela en un verdadero duelo entre personajes masculinos que arrancan suspiros.
La narración de Natalia es otro de los puntos fuertes de este libro. Sus escritos suelen caracterizarse por su sensibilidad y delicadeza, que aquí se potencian más que en sus otros trabajos, tal vez porque el contexto de la cultura japonesa le permite ser aún más poética. La heredera kitsune está repleta de imágenes poderosas, bellísimas; de maravillosos símiles y metáforas, y de preciosas descripciones más emocionales que físicas. Incluso el tiempo se mide de forma distinta a lo habitual y los silencios se cuentan en latidos del corazón en vez de en prosaicos segundos (detalle que me ha resultado de una belleza abrumadora).
Ese lenguaje poético se integra perfectamente con la trepidante acción de la novela, sin que desentone en absoluto, ya que potencia el lado mágico y legendario que rodea a Lena. Gracias a este acertado uso del lenguaje, las emociones y la magia traspasan el papel, envuelven al lector y lo arrastran a un mundo de criaturas mágicas y seres mitológicos que conviven con la vida moderna. Así, el mundo mágico y el real se funden para dar lugar a una nueva creación, que vemos a través de los ojos de Lena, esos ojos mágicos que se adentran en el interior de las personas, de los cuadros, las espadas, las tazas y hasta los besos.
Al mismo tiempo, se desarrolla una acción intensa que no da un minuto de respiro. Así, se suceden a ritmo imparable huidas, peleas, secuestros, tiroteos, sobornos, descubrimiento de secretos y peligros, todo ello bajo la amenzanate sombra del llamado Cuervo Rojo. El lector, al igual que los personajes, no puede bajar la guardia en ningún momento.
Y, por supuesto, en medio de todo ese revuelo de aventuras y de magia, crece una historia de amor que ninguno de los personajes se puede permitir y que complicará todo aún más, pero que nos regalará escenas llenas de sensualidad y sentimiento.
Creo que Natalia ha conseguido crear una historia original, con personajes complejos y una sólida documentación de la cultura nipona, y que ha utilizado de manera impecable un lenguaje poético que permite integrar el mundo mágico de las leyendas japonesas con una acción vertiginosa que no parece detenerse nunca. A todo ello se suma el cuidado diseño del libro, tanto de la preciosa portada como los detalles del interior.
Ha sido un libro intenso, que me ha permitido librarme de un bloqueo lector, escapar durante un par de días del confinamiento (aunque solo sea con la mente) y caer en una de esas maravillosas resacas que siempre dejan las buenas lecturas. Estoy deseando conocer las aventuras que nos deparará el segundo libro (por cierto, para quien le echen para atrás las series, el libro es conclusivo y cierra por completo la trama principal, así que no dejéis de leerla por ese motivo).
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